Recientemente hemos leído dos noticias contradictorias en el mundo de las redes sociales. Por un lado, Twitter ha eliminado 259 perfiles en nuestro país por estar contribuyendo a la desinformación, lo que choca con su política de uso de la plataforma. Por otro, Facebook ha dicho que no va a hacer nada contra los perfiles de políticos que mientan en la red social. Esto, además, después de anunciar que pondrá en marcha su propio Tribunal Supremo para cazar a las cuentas que se dediquen a difundir noticas falsas. Sin embargo, esto no aplicará a los políticos porque sería “inapropiado por nuestra parte arbitrar los debates políticos e impedir que los discursos políticos alcancen su audiencia y sean sujeto de debate y escrutinio públicos”.
Este escenario de fondo induce a una reflexión. ¿Están los Estados delegando políticas fundamentales de los países en las grandes plataformas? Nos referimos, claro, a la libertad de expresión. ¿Están entrando los Gobiernos en dejación de funciones? ¿Qué consecuencias tiene para la sociedad que las grandes tecnológicas decidan qué puede decirse y qué no? Edward Snowden, tan crítico como polémico, ya ha dicho que cuando los Gobiernos quieran recuperar el control, puede ser demasiado tarde, aunque si todos podemos ser baneados menos los políticos, ¿por qué iban a querer estos recuperar el control?
Mientras tanto, las marcas ya se han visto afectadas por esta nueva tendencia que sitúa a las redes sociales como guardianas de la libertad de expresión y vigilantes de seguridad. Instagram ya ha comenzado a vetar publicaciones que anuncian productos “milagro” en su plataforma. Resulta difícil pensar que este nuevo rol asumido por las plataformas no afecte a las marcas, más allá de que se dé mayor prioridad a los contenidos de los amigos que de las compañías. ¿Qué será lo que Zuckerberg considere inadmisible desde el punto de vista del marketing?
¿Tú qué opinas? A lo mejor estas noticias sobre lo nuevo en redes sociales pueden ayudarte a conformar una opinión.