Existe un movimiento, autodenominado ‘decrecionista’, que considera que si la humanidad continúa desarrollándose tecnológicamente, acabará inevitablemente colapsando, consumiendo más recursos de los que la Tierra puede generar y dando fin a nuestro estilo de vida tal y como lo conocemos. La explicación, grosso modo, viene argumentada a través de la siguiente lógica: solo se puede continuar con este desarrollo tecnológico a costa de un modelo económico lesivo con la naturaleza, auténtica garante de nuestra existencia. Así las cosas, el movimiento decrecionista aboga, no solo por parar el desarrollo tecnológico, sino incluso retroceder varias décadas atrás.
Huelga decir que esta tesis ha sido ampliamente cuestionada, señalando que, precisamente el desarrollo científico y tecnológico puede llevarnos a la obtención de energía y recursos limpios que ayuden al progreso de la humanidad. Porque, lo que algunas voces cuestionan, en realidad, no es el crecimiento en sí, sino la forma en la que se crece. No es lo mismo crecer consumiendo energía renovable, que no renovable, o crecer produciendo armas o hacerlo produciendo medicamentos que curan el cáncer.
Y es que de salud va la cosa. La esperanza de vida mundial ha crecido cinco años desde el año 2000, siendo el continente africano el que mayor aumento ha experimentado (9,4 años, hasta alcanzar los 60 años). La pregunta es (preguntas en realidad) ¿cuánto de esto es gracias al desarrollo científico y tecnológico? ¿Tendrá esto peores consecuencias en el futuro? Y sobre todo, ¿a cuánto estaría dispuesto a renunciar la humanidad, si es que de verdad hubiera que renunciar a algo?
Os dejamos unas cuantas noticias para que saquéis vuestras propias conclusiones:
Redes Sociales
Tecnología
IA
Consumer
IoT
Telecom
Blockchain
Fintech
eHealth