Como casi toda la tecnología, el IoT está pensado para hacernos la vida más fácil. Los ejemplos más recurrentes suelen ser los de la nevera que es capaz de avisarte de la caducidad de algún producto, sin que hayas tenido que mirarlo; o el sofá que te sugiere que hagas ejercicio cuando te sientas en él; o incluso que seas capaz controlar tu casa (luces, temperatura, persianas, etc.) a través de tu smartphone. Sin embargo, el IoT también está pensado para ser implementado en el mobiliario urbano, es decir, en todos los elementos que componen una ciudad, lo que las convertiría en ciudades inteligentes (Smart cities) capaces de optimizar los recursos disponibles como nunca antes.
Según estimaciones de Endesa, en el año 2050, el 85% de la población mundial vivirá en ciudades. Para que esto no se convierta en un problema, las urbes necesitarán una transformación profunda que permita la acogida de tal cantidad de personas, al mismo tiempo que garantiza la habitabilidad y la convivencia de todos. La tecnología IoT está llamada a ser la herramienta que permita superar este reto. Un ejemplo sencillo pero muy práctico es el del papel de la tecnología IoT aplicada a las farolas de las ciudades. En poco tiempo, estas serán capaces de detectar movimiento, monitorizar el tráfico o detectar conglomeraciones o posibles riesgos, entre otras muchas cosas.
Pero de vuelta a nuestro tiempo, según Forrester Research, 85% de las empresas incorporarán tecnología IoT a sus negocios, por lo que no será raro que al entrar en unos grandes almacenes veamos información sobre la ropa de los expositores directamente en nuestro smartphone y en tiempo real. Forbes también pronostica que los dispositivos funcionarán cada vez más por voz, algo a lo que ya nos estamos acostumbrando debido a la popularidad de los asistentes virtuales de Amazon y Apple, Alexa y Siri respectivamente. Por último, está previsto que el despliegue de la red 5G impulse el desarrollo del IoT de manera exponencial, pues para que esta tecnología funcione eficientemente necesita una alta velocidad en la transmisión de datos, y esto es lo que promete esta nueva generación de tecnología móvil, de la que prometemos otro post hablando de ello más adelante.
Sin embargo, para algunas personas, esta sería tan solo la Cara A del desarrollo tecnológico, asegurando que la implementación de IoT esconde también una Cara B. Los detractores de esta tecnología sostienen que, a través de su implementación y expansión en las sociedades, las personas perderíamos nuestra intimidad, resultando un libro abierto para marcas y gobiernos que accederían a ingentes cantidades de datos sobre nosotros, algo que, a su juicio, nos haría más vulnerables a los deseos de estas entidades. El debate está servido.
La tecnología no es ni buena ni mala, lo serán, en todo caso, las personas que hagan uso de ella. Así, puede ser...
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